Obrador trapanés
Hacia 1660
Bronce sobredorado, coral y esmalte
70 x 20 cms
La utilización del coral como objeto decorativo en la Italia meridional se remonta a mundo clásico y tuvo su máximo apogeo durante los siglos de la Edad Moderna. Los principales centros de producción fueron Génova, Palermo, Nápoles y Trápani. Pero fue sobre todo en Sicilia, especialmente en Trápani, donde su uso para la creación de piezas artísticas, no solo de objetos de joyería, adquirió una importante dimensión a lo largo del siglo XVI. Los maestros de Trápani se especializaron en la creación de diversas figuras talladas en coral, con las más variadas iconografías, aprovechando para ello las formas naturales de los troncos coralinos, y en piezas de platería, en bronce y las más ricas en plata dorada, con decoraciones incrustadas de corales. Con el uso de esta materia orgánica de fuerte carga cromática y estética, en su variedad de color rojo intenso, se elaboraron manufacturas de gran riqueza con valores plásticos muy apreciados ajenos a lo que se realizaba en los talleres autóctonos. La producción abarcaba piezas de uso religioso y civil, tales como cálices, custodias o vinajeras, crucifijos, rosarios, relicarios, los capezzali, denominadas en España imágenes de cabecera, marcos, cajas, salvillas o aguabenditeras, etc. De las muchas obras traídas a España famosa fue la colgadura de coral de la reina Mariana de Austria.
La custodia de bronce con incrustaciones de coral y esmaltes blancos de Osuna aparece en el Libro de sacristía del monasterio registrada como donación de doña Isabel de Sandoval al monasterio que ella misma había fundado en 1626. Se trata de una obra de base octogonal, perfil troncocónico y cuerpos decrecientes. Se compone sobre un zócalo recto decorado con pomas se asientan un cuerpo cóncavo enmarcado por sendos cuerpos convexos en talud, separados por molduras rectas, que se remata por un último nivel troncocónico que da paso al astil. Este apoya sobre un anillo volado con la parte superior convexa, seguido de un cuerpo cóncavo, el nudo, del tipo periforme invertido, y cuerpo abalaustrado entre toros convexos, sobre el que apoya una placa con un querubín de alas explayadas. El ostensorio, con viril circular, está enmarcado por una amplia moldura convexa y por una ráfaga de rayos rectos y flameados. Toda la estructura de la pieza está recubierta por una rica decoración de incrustaciones de coral rojo intenso y esmalte opaco de color blanco, articulada por medio de gallones, motivos florales, comas que se disponen de manera radial dibujando elementos vegetales, y bustos de querubines de alas explayadas, esmaltadas en blanco, se continúan en hojas de acanto hacia la parte inferior de la base.
Esta pieza ya fue puesta de relevancia por la profesora María Jesús Sanz, quien destacaba su procedencia italiana vinculada al gobierno de los Osuna en Nápoles, con paralelos en el ostensorio de la catedral de Cuenca y los cálices de la catedral de Toledo, de la iglesia parroquial de Atienza (Guadalajara) y del convento de carmelitas descalzas de Sevilla, que tiene punzón fechado en Palermo en 1684. Ponía de manifiesto otros ejemplares, del mismo estilo e idéntica técnica, existentes en distintos museos italianos como, entre otros, el del Vaticano y el Nacional del Pueblo de Trápani, clasificados como obras del sur de Italia (Sanz Serrano, 1980: 107; 2015: 246). En España se encuentran otros modelos sicilianos muy semejantes, con escasas variantes, que ponen de manifiesto el éxito de este tipo de manufacturas en el comercio con el sur de Italia y el carácter seriado de algunas producciones de este tipo. Son los casos de las custodias conservadas en el Museo Diocesano de Valladolid, el Monasterio de Cifuentes (Valladolid), el Museo Diocesano de Calahorra (La Rioja), el Museo de Pontevedra o el Museo de la Encarnación de Corella (Navarra). Ninguna de ellas presenta marcas, ya que al tratarse en su mayoría
de piezas labradas en bronce dorado, no se estaba obligado a ello. Otro ejemplar es el de Albacete, que en su origen contenía en el viril una reliquia de Santa Rosalía, patrona de Sicilia. Fue donado entre 1663 y 1665. El archidonés fray Martín de León y Cárdenas, notable promotor de las artes fuertemente vincualdo con el conde de Monterrey, que llegó a ser obispo de Trivento (1630-1631), Pozzuoli (1631-1650) y finalmente arzobispo de Palermo (1650-1655), donó una custodia de este tipo a la parroquia de Santa Ana de su localidad natal. Otro modelo parecido aunque con ciertas variantes se encuentra en la iglesia parroquial de la Asunción de Navarrete (La Rioja).
Sobre su fecha de ejecución, María Jesús Sanz la situaba unos 30 o 40 años después de la fundación del monasterio, por lo que, a su juicio, la donación se debió hacer “post morten” o la materializó un hijo de la fundadora. De todas las custodias referidas solo la de Cifuentes presenta una inscripción, que la data en 1650. Fue regalada al convento de monjas francisanas de Nuestra Señora de Belén por Francisco Ladrón de Guevara ese mismo año. La de Corella habría que datarla hacia 1660, según se registra en inventarios de la iglesia en los que se hace referencia al donante. Doña Isabel de Sandoval falleció en 1658, por lo que bien pudo ser la propia fundadora la que la donó en vida, según testimonia la documentación.
Fuente: MORENO DE SOTO, Pedro Jaime: “Custodia de coral”, Italia en Osuna, Osuna, 2018, pp.132-135.
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